Este es el tercer libro que leo de Laura Gallego, y se
volvió definitivamente mi favorito. Sobre todo, porque este año me he
encontrado con libros entretenidos, diferentes y bonitos, pero ninguno de ellos
había logrado atraparme y decirme algo como “siéntate a terminarme”.
Creo que
si forman parte de las personas que disfrutan de Once Upon a Time, de Into the
Woods, de Maléfica, este es libro por el que estaban esperando, en él
encontrarán muchas historias de este tipo, de princesas, de magia, de brujas y de hadas
madrinas. A mí, personalmente, me llaman bastante la atención todos los giros
que pueden crear a partir de los cuentos de hadas clásicos, que van más allá
de las historias que nos cuentan y que todos conocemos.
La
protagonista de esta historia se llama Camelia, ella es un hada madrina, que
tiene trescientos años cuidando a muchísimos ahijados que la necesitan, y realmente
disfruta de su trabajo. Hasta que un día le toca cuidar de Simón, y las cosas
empiezan a cambiar.
La historia está contada
en tercera persona, va paseando por los personajes, no sigue una sola línea de
tiempo, pero sin embargo la historia no se hace para nada pesada. Hay capítulos
donde te cuentan qué está pasando y al siguiente te explican el por qué. Los
capítulos son muy cortitos, y a pesar de que en Las Tres Caras de la Luna de Sally Gardner eso me desconcertó mucho, en este caso fue todo lo contrario. Estaba separado
pero muy conscientemente.
Puede que haya partes un tanto
predecibles, pero los grandes giros de la historia son totalmente inesperados.
Incluyendo el final. El final fue algo que yo no esperaba, y quizás existan
muchos puntos que quedaron a interpretación, que cualquiera puede tomar y crear
todo un fanfic de lo que quedó de esta historia, es un final totalmente
diferente.
El libro es de 500 páginas que vuelan,
es muy sencillo de leer, y me encanta como la autora cuenta la historia. Además, la
portada es hermosa, no se dejen ahuyentar por el nombre, es una lectura
refrescante y para esta Semana Santa puede ser un buen plan.
“Tienes que ganarte el derecho a poseer un objeto mágico, no puedo regalártelo sin más. Son artefactos caprichosos, ¿sabes?”“Huelga decir que este último cotilleo fue el que menos éxito tuvo.Probablemente porque se trataba de la verdad.”